En esta etapa, se encuentran en juego los principales razgos de la personalidad que el niño desarrollará a lo largo de su vida.
En la propuesta catequética de este nivel buscamos acompañarlo en esa experiencia de despegue familiar, proporcionándole seguridad, confianza y cariño, para luego, pasada la primera etapa de adaptación al ámbito que lo rodea, poder suscitar en él un encuentro con ese Dios Padre que tanto nos quiere.
Le ayudaremos a descubrir su presencia invisible, a través de todo lo visible creado por Él.
En esta edad, poseen una enorme capacidad de asombro y admiración, sensibilizándose ante la maravilla de la Creación. Desde aquí este Dios Padre va a tener color amarillo de otoño, gusto agridulce de naranja, perfume de primavera, alegría del arco iris, etc. Es un Dios que se puede gustar, oler, tocar y disfrutar con todo nuestro ser.
Así comenzará lentamente a elaborar su proceso de fe, que no es algo que se agrega o se aprende, sino que es esencial descubrirla como un regalo gratuito de Dios, despertando en el niño la necesidad de agradecer... gracias por la vida... esa vida que nos permite crecer, relacionarnos, aprender y disfrutar.
El encuentro con el Dios de la Vida ya de por sí es fiesta y surge casi en forma espontánea el deseo de celebrarlo. Conozcamos entonces y celebremos juntos el encuentro de ese Dios de mil colores!
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